Muchas
funciones del gobierno las delegaban a personas de su confianza, quienes les prestaban
eficaz colaboración. Entre los principales funcionarios:
El Escriba Real, que estaba encargado de llevar el cálculo de los ingresos agrícolas y de inspeccionar las industrias y el comercio. Para ello debían ser expertos en el manejo de los números y de la escritura.
El Gran Visir, encargado de controlar los nomos (provincias), era el intermediario entre las autoridades y el faraón.
El Jefe del Sello del Estado, comparado actualmente con el Ministerio de Economía, quien tenía como función vigilar los ingresos fiscales y los gastos del Estado.
El Gran Sacerdote, que tenía a su cargo el culto religioso y se preocupaba de presentar a los faraones como descendientes de los dioses.
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